martes, 22 de septiembre de 2009

Ente Rodado

Cemento. Arcilla. Grava. Piedra. Barro. Incluso Arena. Incluso Mierda.

Toda mi superficie externa lo sufre. Si. Pero me gusta. Total, ese es mi propósito en el mundo.

Veo a mis hermanos, uno a mi derecha, uno tras de el, y otro tras de mi. Somos 4. Bueno, en realidad somos 5, hay que contar al flojo de arriba.

Ahora nos calentamos en la calle, en pleno verano, rodando sobre nuestro centro, sin descanso. Bueno, si, hay descanso, cuando el color se torna alto. Y ahí nos podemos relajar un rato, aprovechamos para conversar un poco. Pero dura poco, pues el color baja de nuevo, y rodar otra vez. Ah si, también cuando nos juntamos en grupos enormes. Familias de nosotros se unen para descansar juntos, gracias a algún caritativo que esta en mala posición.

Aunque no todo gira en redondo, claro esta. Hay veces en que alguno de nosotros explota. Se cansa; sea por viejo; sea por cansado; sea por enfermo; sea por qué se yo, el punto es que no da más, y explota. Y claro, nos jode a todos, porque podemos estar disfrutando del ruedo cuando uno explota y todos a parar, para que el flojo trabaje, ese que esta echado y hace lo que vino a hacer solo cuando otro se jode.

Pero después siempre llega otro flojo. Otro parásito necesario.

Pero basta del flojo, no merece tanta cháchara. Mejor me torno al discurso egocéntrico.

Me encanta trabajar bajo presión. No demasiada, pero la presión me ayuda. En general nos ayuda, dentro de un rango. Mucha presión y rendimos mucho, pero al poco explotamos; poca presión nos ponemos flojos, rendimos poco.

Y mucho depende de la superficie de trabajo. Si le damos mucho a la tierra, nos exfoliamos. Hay que admitir que se siente maravilloso. Al principio. Pero después... después comienza a doler, queda todo expuesto, sin protección. Si estamos mucho en cemento. Mmmmmmmmm, calorcito. Pero después nos alisamos mucho, nos relajamos y empezamos a rendir menos. Y la lista suma y sigue, podría estar días.
Uf, y la lluvia. Amo la lluvia. Qué entretención salpicar, sobretodo a los rectángulos que pasan por el lado, que lentos son, Dios mio.

Por ultimo. Debo decirlo? si, mejor si. Es que no todas las familias son como la mía. Somos muchos tipos. Algunas muy extensas, con 11, 15. Generalmente las familias de fornidos tienen mayor número. Otras muy pequeñas, sobretodo la típica pareja de flacos. A veces me gustaría ser como ellos, que libertad que tienen.

Bueno, mejor me callo. Es hora de trabajar. Total, me consuela que el ruidoso es inútil sin nosotros.

martes, 15 de septiembre de 2009

???

Los botes envelados se pierden en en rió, adentrándose en su camino al mar.

Se ha puesto a llover, que bueno que mi vela era de mentira.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Pensamientos de un ateo moribundo

El viento desde la derecha. La espada firme. La vista fija en su oponente. En Sol en su cenit.

Estaba concentrado, era un buen momento para el duelo. Con su atención en su oponente, fue asaltado por los recuerdos. Debía ser porque estaba cerca del fin.


Jardín de rosas, era ella, la hermosa, doncella rodeada por mariposas. La mujer que amaba, con la que planeaba pasar lo que le restaba de vida. Aunque claro, si moría ahora, ese proyecto se cumpliría a cabalidad. Recordó su primer encuentro a la luz de la luna, una noche robada a las estrellas. Su timidez, que a el tanto le gustaba. Su coraje, que el tanto amaba. Recordó el vestido de seda que le regalo para su cumpleaños. Le quedaba perfecto.


Volvió a la realidad. Su oponente lo observaba. Quizás el también esta recordando el motivo de su lucha.


Rojo. La casa en llamas. La gran casona que había heredado su padre. Y él, impotente, viendo como toda una historia, una infancia, una tradición, una vida se arruinaba. Y el trauma. No comprendía por qué lo recordaba ahora, lo había dado por superado. Su madre, envuelta por las llamas, saliendo de la casa dando alaridos estremecedores. Corriendo hacia el río cercano, pero no llegando, desplomándose antes, aun viva. Su padre luego le contaba que sus pies ya no tenían carne, solo hueso chamuscado.


Un sudor frío recorrió su espalda. Desde ese día no creía en dios, o dioses, o lo que sea. Sabía, tenia la certeza, de estar completamente sólo en este mundo. Su padre, un fantasma de sus glorias antiguas. No tenía familia.


Su oponente se inclino hacia delante. Aquí viene. Salto sobre las puntas de sus pies, y se impulso en el rebote. Su adversario se agacho y se impulso con un salto. Dos técnicas muy distintas.


Sonaron los aceros mil veces templados. La espada se mantuvo en sus manos. No oyó que tras el cayese algún objeto.



Y sintió la herida


Todo para nada. Bueno, en realidad siempre fue así, sabia que moriría, que me iría y dejaría un recuerdo efímero en la gente. Pero para mi, para mi es el final. Se acaba. Sus entrañas comenzaron a doler, pero no era físico, sino del alma. Era el miedo en su estado más puro, la realidad inminente del no ser. No, quiero quedarme. Aunque viva el resto de mi vida postrado, quiero vivir. Aunque sea tirado en una zanja, quiero vivir. Quiero vivir. A cualquier costo. Más dolor, ahora sí físico, en el vientre, por la derecha. Dolor dolor dolor dolor dolor dolor dolor dolor dolor dolor dolor dolor muerte muerte muerte muertenada nada nada andanadanadanadanadanadasedasedasedaseda…


Oyó el sonido de una espada al caer. Y otra. Y luego, el sonido de ahogo en el agua.



Que extraño, mi madre nunca llego al río, ¿Cómo puede estarse ahogando?